Imagina un oasis secreto en medio del desierto, donde las dunas doradas se funden con el cielo estrellado. Lattafa ha capturado esa magia efímera en Khamrah, una fragancia que desafía la lógica de los sentidos.
Al abrir el frasco, un géiser de aromas explota: cítricos chispeantes danzan con especias que pican la nariz. Es el zoco de Marrakech en plena ebullición, condensado en unas gotas.
Luego, como un espejismo que toma forma, surge la rosa. Pero no cualquier rosa: es la rosa que florece a medianoche, regada con rocío de luna. El oud la acompaña, como un guardián milenario de secretos ancestrales.
La base es un misterio envuelto en seda: ámbar líquido que fluye sobre la piel, vainilla que susurra promesas dulces, y un almizcle que recuerda a la piel cálida después de una noche de pasión.
El frasco no contiene un perfume, sino un portal. Cada espray es un viaje instantáneo: de pronto estás cabalgando un camello bajo las estrellas, negociando en un bazar milenario, o deslizándote entre las cortinas de seda de un harén.
Khamrah no es para los tímidos. Es para los aventureros del alma, los que buscan historias en cada aroma. ¿Te atreves a desatar su magia?